Thyra Hilden y Pio Diaz son dos artistas consagrados al fuego.
Su trabajo consiste en bañar de vivas llamas todos los monumentos que se les ponen por delante y gracias a grandes despliegues técnicos, lo consiguen de una manera dramática.
Con potentísimos proyectores, envuelven edificios y monumentos para dar vida a la idea de que el fuego se ha apoderado de ellos.
Y aunque el fuego todo lo destruye, no puedo evitar penar que en este caso se trata de un fuego purificador ya que provoca que los que están presenciando la escena se planteen, qué pasaría si de verdad este hecho ocurriera.
Este fuego ficticio produce una corriente de aprecio por el objeto expuesto a las llamas y nos hace pensar en la vulnerabilidad de todo lo creado por el hombre, aunque lleve en el mundo un montón de siglos.
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